...voy a la caída,
con la mirada firme
donde no duelen los besos
ridículo con escamas,
y mi pijama puesto,
la rebeldía en mis ojos,
en mis oídos, los ecos,
las gentes hablando,
los perros gruñendo,
este aroma de mercado de martes,
con los gitanos viejos,
entre la fruta nueva,
las señoronas coloradas
entre las lunas-quesos,
gallinas y patos,
berzas y huevos,
huele a vida,
huele a gente,
huele a fresco...
con la mirada firme
donde no duelen los besos
ridículo con escamas,
y mi pijama puesto,
la rebeldía en mis ojos,
en mis oídos, los ecos,
las gentes hablando,
los perros gruñendo,
este aroma de mercado de martes,
con los gitanos viejos,
entre la fruta nueva,
las señoronas coloradas
entre las lunas-quesos,
gallinas y patos,
berzas y huevos,
huele a vida,
huele a gente,
huele a fresco...
(me gusta dejarme caer,
ResponderEliminarme gusta mirar la gente, en los mercados
en silencio observo y a veces parece que la vida
se ve a través de una ventana, hasta hay belleza en ello...
señoras con niños, vendedoras con sus productos,
del campo, de sus tierras, de sus vacas...
floristas, verduleras, gitanos de Badajoz vendiendo fruta,
de aqui vendiendo ropa...que crisol más estupendo...
supongo que todos sentís algo diferente cuando acudís al mercado...
por curiosidad, que sensación os produce??)
La gente inspira. No siempre positivamente pero siempre la realidad de sus propias vidas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Desde nigna siempre fue tremenda aventura ir al mercado... Ahora, solo puedo agnorar y recordar sus colores, aromas, ruido, gentes...
ResponderEliminarE igual.. creo en que hay cierta magia en lo de ponerse en pausa... las caidas nos permiten reafirmarnos en otros niveles de consciencia.
Un abrazo grande, grande :)
No hay caida... cuando se ve y siente tanto. En todo caso.. si son asi, permitidas sean.
ResponderEliminarGrandes los abrazos :)
Yo también suelo abstraerme en las situaciones más cotidianas y observo. Imagino cómo es la vida de la gente, si son felices, si tienen sueños, sin son locos de la colina o cuerdos con el traje gris. Y aprendo de ellos, siempre.
ResponderEliminarHermoso post, amigo mío. Un beso para vos.
Visitar el mercado de mi pueblo es como volver a la infancia: veo las mismas caras, más viejas, pero amarradas a la misma mirada, a la misma sonrisa... Los olores, los colores, las voces de oferta. Y me miro y soy yo con 8, 9 ó 10 años, con la lista de la compra en una mano y apretando las perras en la otra para perderlas.
ResponderEliminarEs volver al pasado, y a veces es necesario.
a mi me llevó a Lorca, tómalo como un halago.
ResponderEliminarLo cotidiano es lo que nos hace ser/siendo,es lo que somos. Siempre que podamos posarnos allí,nuestras alas de mariposa contemplarán la insignificancia y magnificencia del hombre y de la mujer...