Escribi otra nota de sangre
en la catedral de tu nombre,
las calles mojaban el cielo,
y corría el brillo de tu rostro,
reflejado en los muros
de piedra mojada...
vi tu reflejo correr en los charcos del suelo,
en las caras de gente,
en los vidrios del coche raudo,
hasta en las gotas que se deslizaban por las hojas
bajo la lluvia de invierno...
la ciudad se hace vieja,
y me hago viejo con ella,
los surcos de las calles...
te cogí otra vez la mano,
y caminé junto a tu reflejo descalzo,
de cara de niña.
tengo ya el cabello blanco,
aún tu rostro, sigue aqui a mi lado
en cada charco que miro...
en la catedral de tu nombre,
las calles mojaban el cielo,
y corría el brillo de tu rostro,
reflejado en los muros
de piedra mojada...
vi tu reflejo correr en los charcos del suelo,
en las caras de gente,
en los vidrios del coche raudo,
hasta en las gotas que se deslizaban por las hojas
bajo la lluvia de invierno...
la ciudad se hace vieja,
y me hago viejo con ella,
los surcos de las calles...
te cogí otra vez la mano,
y caminé junto a tu reflejo descalzo,
de cara de niña.
tengo ya el cabello blanco,
aún tu rostro, sigue aqui a mi lado
en cada charco que miro...
Que melancolía...
ResponderEliminarMuy bonito!!!
Hola, es la primera vez que paso por aqui y veo que tienes un gran talendo para escribir.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu blog.
Seguro volveré pronto.
Saludos.
Qué caprichosa la lluvia que se empeña en traernos recuerdos y añoranzas...
ResponderEliminarQuizá no hay época más hermosa que el otoño para envejecer, yo desearía que fuera frío y lluvioso siempre para poder rememorar lo hermoso del pasado.
Gracias por tu visita querido amigo.
Un abrazo.