...Acaso en cavilar de ahínco,
¿no fueron tus dedos
pez de llaga sonora?
Devenír de tu vestido,
lejana tu cordura,
sonrisas de perlas,
y leve tu sentido.
Alída y revuelta en tu cuerpo..
tensando la cuerda
que a la espada precede...
curiosa, atenta..impávida ...leve...
Acercada y abierta,
niegan tus vocablos
lo que tu ánsia pregona.
Deshechos sulfurosos,
a veces...
mas siempre gratos,
destellos de fulgír
cuan inmediatos...
al necio devenír
de intriga ausente,
Al cálido sentír
omnipresente...
de lira que a intuír
tampoco aprende.
Ni causa que intentaras
a roca hiere,
mas fue sentida
la herida que precede,
al calidario triunfo de tu enojo.
Ni de pasión
ni de tiempos venideros,
pues mas profana
en mas que intentos
te requiero,
que de intentos ya quedé
mas que escaldado...
y no alimenta tu manantial,
a este cuitado
en la fertilidad,
que de mi barca estoy sobrado...
sorprendida, presente, inquieta...
precavida, sonriente...
entre el barro e infiernos,
te tuve...
de cartas
que contuve me retuve...
y no acercaste tu celo
ni a mi frente.
Ni de pieles mentadas se nutre el añil,
ni de pretextos depauperados y nimios,
que en la cadencia de lo exímio
no hay pasiones insignes
que son de cuerpo vano...
Sin palabras... Bueno, sí, te robo el «te requiero» que me ha llegado al alma.
ResponderEliminarUn abrazo de los que alimentan.
Te enlazo, no lo puedo evitar :-)
ResponderEliminarMe suena.... a palabras altiva en suelo llano, a voces de ayer en tiempo extraño, a faroles de colores que quedan en blanco, a lirios oscuros de llanto vano...me suena.
ResponderEliminarRequiebros de quien nunca ha sido.
Uno, de esos.
Olimpia.